“La Situación de España es cada día más crítica; la anarquía reina en la
mayoría de los campos y pueblos; autoridades de nombramiento gubernativo
presiden, cuando no fomentan, las revueltas; a tiro de pistola y ametralladora
se dirimen las diferencias entre los ciudadanos que alevosa y traidoramente se
asesinan, sin que los poderes públicos impongan la paz y la justicia. Huelgas
revolucionarias de todo orden paralizan la vida de la población, arruinando y
destruyendo sus fuentes de riqueza y creando una situación de hambre que
lanzará a la desesperación a los hombres trabajadores. Los monumentos y tesoros
artísticos son objeto de los más enconados ataques de las hordas
revolucionarias, obedeciendo a la consigna que reciben de las directivas
extranjeras y con la complicidad y negligencia de los gobernadores de
monterilla […].
La Constitución, por todos suspendida y vulnerada, sufre un eclipse total:
ni la igualdad ante la Ley, ni libertad, aherrojada por la tiranía; ni
fraternidad, cuando el odio y el crimen han sustituido al mutuo respeto; ni
unidad de la Patria, amenazada por el desgarramiento territorial más que por
regionalismo, que los propios poderes fomentan […]”.
Proclama del Alzamiento. 18 Julio de 1.936.
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