“España ha dejado de ser católica
(…)
Yo no puedo admitir, señores
diputados, que a esto se llame problema religioso. El auténtico problema
religioso no puede exceder de los límites de la conciencia personal, porque es
en la conciencia personal donde se formula y se responde la pregunta sobre el
misterio de nuestro destino. Este es un problema político, de constitución del
Estado, y es ahora, precisamente, cuando este problema pierde hasta las semejas
de religión, de religiosidad, porque nuestro Estado, a diferencia del Estado
antiguo, que tomaba sobre sí la curatela de las conciencias y daba medios de
impulsar a las almas, incluso contra su voluntad, por el camino de la salvación
excluye toda preocupación interna y todo cuidado de la fidelidad, y quita a la
iglesia aquel famoso brazo secular que tantos y tan grandes servicios prestó.
Se trata, simplemente, de organizar el Estado español con sujeción a las
premisas que acabo de establecer. (…).
DISCURSO DE MANUEL AZAÑA EN LAS
CORTES (13-10-1931)
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