“Señora:
Los generales, brigadieres, coroneles y demás jefes que suscriben, fieles
súbditos de V.M llegan a los pies del trono y con profunda veneración exponen
que defendieron siempre el augusto trono de V.M a costa de su sangre, y ven hoy
con dolor que vuestros ministros responsables, exentos de moralidad y de
espíritu de justicia, huellan las leyes y aniquilan una nación harto
empobrecida, creando al propio tiempo con el ejemplo de sus actos una funesta
escuela de corrupción para todas las clases del Estado.
Tiempo
ha Señora, que los pueblos gimen bajo la más dura administración sin que se
respete por los consejeros responsables de V.M un solo artículo de la Constitución ; lejos
de esto, se les ve persiguiendo con crueldad a los hombres que mayores
servicios han prestado a la causa de V.M y las leyes solo por haber emitido su
voto con lealtad y franqueza en los cuerpos colegisladores.
La
prensa, esa institución encargada de discutir los actos administrativos y
derramar la luz en todas las clases se halla encadenada, y sus más ilustres
representantes ahogan su voz en el desierto los unos y los otros protegidos por
alguna mano amiga, viven ocultos y llenos de privaciones, para librarse de la
bárbara persecución que esos hombres improvisados han resuelto contra todos.
Los
gastos públicos, que tantas lágrimas y tanto sudor cuestan al infeliz
contribuyente, se aumentan cada día y a cada hora, sin que nada baste para saciar
la sed del oro que a esos hombres domina; así, mientras ellos aseguran su
porvenir con tantas y tan repartidas exacciones, los contribuyentes ven
desaparecer el resto de sus modestas fortunas. (…).
No
ha sido tampoco el ejército el que menos humillaciones ha recibido: generales
de todas graduaciones, hombres envanecidos en la honrosa carrera de armas, que
tantas veces han peleado a favor su Reina, viven en destierros injustificables,
haciéndoles apurar allí hasta el último resto del sufrimiento y presentándoles
a los ojos de V.M como enemigos de su trono.
Tantos
desmanes, Señora, tanta arbitrariedad, tan inauditos abusos, tanta
dilapidación, era imposible que a los leales españoles se hiciera soportable
por más tiempo, y por eso hemos saltado a defender incólumes el trono de V.M, la Constitución de la Monarquía que hemos
jurado guardar y los intereses de la nación en fin.
(…)
Guarde Dios dilatados años la importante vida de V.M
Pronunciamiento
del General O’Donnel (1854)
No hay comentarios:
Publicar un comentario